JESUS ES DULCE

“¡Cuan dulces son a mi paladar tus palabras! más que la miel a mi boca”
(Salmos 119:103)
Hace algunos años, yo estaba en una librería cristiana, en el estado de la Florida, y un joven de Puerto Rico, se veía tan feliz y colocaba Biblias y libros de estudio en una caja y le decía a su amigo;
-Mira aquí hay otro, también lo podemos llevar en el avión.
El amigo le dijo:
-Me parece buena idea, se ve bonito para leerlo mientras volamos.
En ese mismo momento se les acerco un “cristiano” mucho mayor que ellos, de unos 60 años de edad y les dijo:
Jóvenes, ¿no piensan divertirse? Solo Biblia dicen, ¿no se aburren?
En ese momento, yo estaba detrás de ellos en la otra línea y escuchaba todo, pero en ese momento, todo quedo en silencio.
Me quedé quieto para ver la reacción de los jóvenes, realmente no sabía como ellos reaccionarían ante aquel “monumento de amargura”.
Por entre los libros pude ver como uno de los jóvenes se levantaba del piso donde tenía la caja, le vio a los ojos como por medio minuto, luego dirigió una mirada de ternura sobre “el viejo” y le dijo:
-Es que usted aún no ha probado lo dulce que es Jesús.
Ese día, en medio de los libros, y sin que mis jóvenes hermanos se enteraran, mis lágrimas rodaron hasta mojar el libro que tenía en mis manos, y en ese momento sentí “lo dulce que es Jesús”.

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